El silencio no es la herramienta, denuncia el Ciberacoso.
Sean niños, jóvenes o adultos, el ciberacoso genera en sus víctimas sentimientos de soledad, humillación, dolor, miedo, entre muchos otros. Debido a estos sentimientos, y con el temor de que aumenten, muchos prefieren callar su situación. Aunque las razones de este silencio difieren según la persona, especialistas han encontrado algunas comunes:
Sentimientos de vergüenza y debilidad. Éstas son dos consecuencias del acoso y ciberacoso, que pueden aumentarse cuando se concentran en algún defecto de la víctima. Cuando esto ocurre, ella encuentra dificultad para enfrentarlo, ya que al hacerlo estaría obligada a asumirlo públicamente como un defecto real y doloroso.
Temor a la venganza del acosador. Si la víctima decide hacer pública la situación, el ciberacosador se vería en problemas. Por miedo a que tome venganza y lleve a cabo nuevas acciones, la víctima prefiere callar.
Presión social. El interés de ser aceptados dentro de un grupo, mostrarse fuertes y la presión social en general, hacen que las víctimas encuentren en el silencio la solución a esta problemática.
Miedo a la falta de credibilidad. El temor a que nadie les crea si hacen pública la situación o que ésta empeore si hablan, son dos factores determinantes que impiden que la víctima hable al respecto.
Temor a ser catalogados como soplones. A veces en situaciones de acoso y ciberacoso existe un código no establecido: se debe mantener en secreto. De no hacerlo, la víctima no solo queda en evidencia, también puede ser catalogada como soplón o chismoso.
Creer merecer la situación. Cuando una persona usa los posibles defectos o fallas de las otras para molestarlos o ciberacosarlos, las víctimas empiezan a tener problemas de autoestima y asumen éstos defectos como propios, en consecuencia encuentran merecedora la situación de acoso que están viviendo.
No reconocen que el ciberacoso también se da de maneras sutiles. El ciberacoso no existe sólo cuando se reciben cientos de correos abusivos o amenazantes, una pequeña burla o chisme mal intencionado vía digital es también una forma de ciberacoso.
Temor a que limiten su acceso a las TIC. Antes que limitar el uso de las tecnologías, éstas deben ser usadas como herramientas para detener el ciberacoso, sea mediante la denuncia o tomando acciones, como el cambio de dirección electrónica o el bloqueo de usuarios.
Creencia que los adultos esperan que solucionen la situación por su cuenta. En ocasiones se les inculca a los niños y jóvenes que deben enfrentar situaciones complejas con fortaleza, y en lo posible, hacerlo ellos mismos. A esto se debe que prefieran callar el ciberacoso que sufren, antes de evidenciar que no pudieron solucionarlo por su cuenta.
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